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martes, 5 de julio de 2016

El colapso y los 200 años de la República


El colapso de Venezuela en lo económico, en lo político y por tanto en lo social, no está comenzando, ni está por comenzar. El colapso de Venezuela inició en el momento en que un régimen autoritario y populista como el chavista asumió el control del poder. Y este colapso ganó notoriedad cuando el régimen se consolidó en el gobierno, para poner en marcha con holgura y comodidad su proyecto que, apoyado durante años por la mayoría de la población hipnotizada con la retórica del difunto caudillo y exorcizada con el derroche de la bonanza, resultó en una profunda involución de la sociedad venezolana, deteriorándola al punto de sumergirla en una crisis humanitaria sin precedentes.
            La democracia “participativa” y “protagónica” del Socialismo del Siglo XXI escribió un nuevo capítulo de la ficción predominante en los doscientos años del Estado venezolano, ficción contra la que luchó la sociedad por un lapso de cuarenta años para mantener a raya la negación de la realidad y el uso sistemático de la represión como mecanismos de mantener la farsa en el poder.
            Para la magnitud del caos que vive Venezuela, con los muertos por hambre y falta de medicinas, los saqueos e índices de violencia, es todavía sorprendente, cuando no espeluznante, que un 23% de la población apoye la gestión de Maduro. Empero, es a la vez impresionante que ya no sea sólo la gestión de Maduro lo que ha descendido estrepitosamente, sino además la popularidad del chavismo, del PSUV y del propio Chávez, como han referido actuales estudios de opinión de las encuestadoras más serias del país como la firma Datanálisis.
Es decir, incluso el ícono del proceso revolucionario, el redentor y uno de los protagonistas de la ficción, también se esfuma, siguiendo la tradición de los dos siglos de Estado independiente. A rey muerto, rey puesto. Pasó con la desaparición de Colombia y la supremacía de Páez. Con el descenso de Páez y el empoderamiento de Monagas. Con la salida de Monagas y los caudillos que hicieron posible la Guerra Federal. Con el fin de la Guerra y el gobierno de Falcón. Con la expulsión de Falcón y la llegada de Guzmán. Con la restauración de Castro. Con el jaque mate de Gómez. En aquellos tiempos el líder de turno imponía sus formas. Refundaba la Patria. ¡Doscientos años de historia y 26 constituciones nacionales! Lo demás que buscara su acomodo en el recuerdo, hasta que llegara un nuevo líder y repitiera la práctica. Sólo la República Civil encendió vela a todos los santos permitiendo que cada cabeza y cada espada figuraran en los libros de la historia, o que por lo menos existiese la libertad de contar el relato completo. Sólo los civiles hicieron justicia a la memoria nacional.
            Pues así como hemos afirmado cuando hablamos de la conclusión de otro capítulo, sucedió con Chávez y sucederá después de él. El chavismo llevó al país a cumplir con un ciclo necesario, un ciclo de muerte, hambre, desesperación, angustia, masacre, anarquía. El ciclo del colapso. Nos puso ante el espejo para que miremos la ficción vivida todo este tiempo. Ahora el chavismo desaparecerá y otro episodio iniciará pronto, sin embargo, para que no exista una repetición o un capítulo peor, sólo hay una garantía que el pueblo puede dar al sistema para que a su vez el sistema dé garantías al pueblo. Hay sólo una manera para que la democracia deje de llevar apellidos y los militares dejen de hacer del Poder Ejecutivo su cuartel general: el gobierno de los civiles. La República Civil. La democracia real. La democracia moderna. Con sus imperfecciones, con sus problemas, con sus crisis y lamentos, con sus debilidades y fortalezas. La democracia es el único camino.
La población hoy, también impresionantemente, apoya en un 77% el cambio de gobierno, para abrir una ventana que nos salve de la asfixia. La población hoy, apoya una salida constitucional, pacífica, cívica, democrática y electoral. La población hoy quiere salvarse. La población hoy quiere despedirse de la ficción.

Ángel Arellano

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