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martes, 25 de junio de 2013

“Venezuela olía a oro”



Y pensar que por 1935 el Barón Rothschild de la Royal Dutch Shell decía “Venezuela olía a oro”… Los gobiernos que siguieron el legado del Benemérito Juan Vicente Gómez dedicaron alma y aliento en predicar la misiva de que el país nadaba en inaguantable riqueza con el hidrocarburo esparcido por todo el territorio patrio.
            En marzo de 1939 la revista Fortune publica texto de Clarence Horn: “¿Dónde ha ido a parar el dinero petrolero? ¿Qué se han hecho los millones percibidos por el Gobierno a partir de 1922 –el año en el que el pozo Barroso Nro. 2 hizo su erupción, echando petróleo crudo espeso durante nueve días a una altura de 60 pies- hasta 1939? ¿Dónde están las carreteras, las obras públicas, la agricultura subsidiada, las concesiones mineras intervenidas por el Estado, los hospitales, los programas de seguridad social, todas las miles de cosas que estos millones deberían haber creado, razonablemente sin costarle nada a Juan Bimba? (…) ¿Por qué Juan Bimba utiliza todavía palmas de moriche infectadas de insectos, como techo de choza? ¿Por qué usa todavía esos pantalones remendados, hechos de sacos de cemento vacíos?”.
El texto de Horn, citado en “Venezuela Política y Petróleo” de Rómulo Betancourt, tiene absoluto parecido con la realidad actual de esta nación próspera por ahora sólo en el subsuelo, porque la superficie muestra una trágica verdad ineludible: el fracaso económico.
“El año pasado (1951) la producción de petróleo crudo de Venezuela fue de noventa y un millones de toneladas, casi igual al total de lo producido por todo el Medio Oriente”, declaró Betancourt a The Times el 6 de diciembre de 1952. Sin embargo, en el siglo XXI, con el 20% del total de las reservas petroleras mundiales, la nación sólo produce el 3% del mercado internacional, gran parte de ello hipotecado a los chinos y rémoras aliadas de la fantasía chavista.
Ahora bien. Con esta última mención del padre de la democracia moderna venezolana, queremos exponer un cuadro de necesario conocimiento ciudadano. Tal como lo acentuó Betancourt hace 62 años, producíamos más petróleo que todo el Medio Oriente. Poco a poco esta producción fue degenerándose hasta ubicarnos en la penosa situación de tener una híper inflación vergonzosa que será sin duda alguna la más alta del globo terráqueo al término de 2013. Nuestra nación debe una vela a cada santo, sobre todo al Tío Sam, gracias a la Revolución Bolivariana. Tenemos Patria pero no comida ni mucho menos soberanía.
En mayo del corriente año Arabia Saudita explotaba 9,6 millones de barriles diarios, Irak (hasta antier en guerra) otros 3,15 mb/d y Venezuela sólo 2,6 mb/d. Estos últimos números nacionales están sujetos a profundas rectificaciones por la deuda con China, regalos a Petrocaribe, y compromiso con Cuba.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Cómo cambió el panorama. Son ahora los árabes los líderes del mercado controlado por la OPEP, una entidad internacional con fuerte inspiración venezolana en la que cada día perdemos más peso por los Cantinflas que dirigen el Gobierno Nacional. En lo que va de año el PIB crece 1,3% en Irán; 4,4% Arabia Saudita; 5,2% Qatar; 9% Iraq; 3,3% Argelia; entre otros. Mientras, en Venezuela las exportaciones no petroleras cayeron a $ 145 millones en marzo 2013, su segundo menor nivel mensual desde 1997 (cifra INE).
En 23% bajaron los inventarios nacionales en el primer trimestre del año en curso. Se mantiene la escasez de dos productos por cada diez en los estantes del mercado patrio. La prosperidad es un mito por los momentos inalcanzable hasta el decidido cambio de gobierno, causa a la que América Latina, esa que admiró la gesta democrática de Betancourt, le ha dado la espalda para no afectar el generoso suministro de petrodólares beneficiando a mandatarios complacientes.
  
Ángel Arellano
Twitter: @angelarellano

lunes, 17 de junio de 2013

20 minutos con Francisco



          En el corto tiempo destinado por Su Santidad Francisco para atender al Presidente del “mientras tanto” seguramente resaltaron muchas de las preocupaciones de la Iglesia Católica para con la Revolución Chavista y el Eje Bolivariano Internacional. Roma fue muy cuidadosa y no soltó prenda que pudiera ser víctima de mal interpretación o manipulada por Miraflores como bandera propagandística de un apoyo religioso que no existe.
Cualquier vértice abordado en el encuentro Francisco – Maduro, debió pasar obligatoriamente por alguna carencia, necesidad, vergüenza o injusticia protagonizada por el ilegítimo sistema de corrupción y mafias que desgobiernan Venezuela.
            Las citas de mandatarios Latinoamericanos, aliados o sordos ante los desmanes del chavismo, con la máxima autoridad del Vaticano, es la muestra clara del boomerang que es nuestra vida. Ya no es Jorge Mario Bergoglio el fastidioso y crítico cardenal que apelando a su conocimiento de la sociedad Argentina recitaba homilías en las villas de Buenos Aires citando a Jorge Luis Borges en alusiones contrarias a los intereses de la familia Kirchner. Ahora es el Papa Francisco, carismático, humilde y actor genial que ha resultado oportuno para levantar la institucionalidad católica en tiempos de turbulencias.
            “Maestra vida camara´, te da y te quita te quita y te da” me viene a la mente. La ópera salsa de Blades encaja en este texto: otro latino que puso a reflexionar al mundo.
            Especulo que seguramente Maduro hizo alarde de los logros sociales de Chávez en sus 14 años en frente del Ejecutivo Nacional. Con cifras que sólo ellos manejan y que acompañan el portafolio de regalos que en nada hacen símil con los ataques en cada rincón de Venezuela en contra del catolicismo.
            Semejante personaje fue a exponerle a Francisco que antes era ateo pero que Chávez hizo que la luz de Cristo llegara a su corazón. Episodio público reciente que en cadena nacional Maduro esgrimió sin ver la estela de burlas que dejaba semejante ofensa a un país tan Católico como el nuestro.
            El chavismo como doctrina no tiene en sus planes aceptar las múltiples religiones que están en el país, no respetan, no inspiran protección e igualdad de condiciones. Eso seguramente le refutaron en Roma, pero por ahora no lo sabremos.
            Intuyo que otro triunfo democrático del hombre del pajarito fue manifestarle a Su Santidad que la preocupación sobre la escasez alimentaria que tanto eco ha encontrado en el mundo, es mera campaña mediática de los agentes internacionales que atacan la integridad moral de los rojos.
La nueva estatuilla en la mesa del chavismo es el reconocimiento de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura por la incansable lucha del gobierno de Maduro para combatir la desnutrición. El Estado del continente americano con mayores precariedades en abastecimiento alimentario, donde 2 de cada 10 productos están escasos y la inflación superó con creces el 30% en lo que va de 2013, recibe glorias.
 Algo me dice, quizás instinto, de que este papelito que entregó la FAO es algo así como las placas que dan esas fundaciones de maletín a las instituciones públicas o empresas que desembolsan un generoso patrocinio.
Llega el promotor e indica al gerente “bueno para patrocinar esto ustedes deben pagar el salón, la logística, el sonido, nuestros honorarios y un aporte de tanto para la fundación”. Y dice el gerente “¿todo esto?, ¿y qué me gano yo?”. A lo que responde el promotor “bueno, su empresa se gana el premio como la mejor del mercado y usted como el mejor gerente”. Así funciona.
Esa explicación, minimizada, representa lo que a nuestro pensar es la diplomacia chavista, diplomacia a los rialazos, gestiones de chequera. Lo único necesario es un nombre rimbombante y la plata para el bonche.
Quienes ajustamos nuestra vida a la fe cristiana y reconocemos el valor de la iglesia en la humanidad, esperamos buenas noticias de un gobierno que ha profanado la paz social. Sólo fueron 20 minutos, pero del lobo, un pelo.

Ángel Arellano
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lunes, 10 de junio de 2013

Hambre a la venezolana


Iniciemos este texto revisando una referencia histórica importante. En pleno gobierno de Isaías Medina Angarita (1943) surgió una crisis alimentaria a nivel nacional que el Ejecutivo abordó partiendo de que no existía tal déficit de comida, sino “avitaminosis”: falla o deficiencia en la cantidad de vitaminas que el organismo requiere.
Para salir al paso, con un sonado discurso en favor de la democracia, Rómulo Betancourt sin tambaleo pronunció desde el Nuevo Circo en Caracas (03/07/1943): “Un flagelo está destruyendo a nuestro pueblo: es el hambre que ahora tiene un nombre pedante: avitaminosis. (…) Se llama avitaminosis, pero es la clásica, la tradicional, la inenarrable hambre venezolana”.
A mediados del siglo XX, las carencias pasaban de igual forma por la escasez de agua potable y viviendas en zonas urbanas. Teníamos un país dependiente del negocio petrolero, que poco producía en otras áreas y aún bostezaba el retroceso histórico que inyectó el benemérito Juan Vicente Gómez en sus 27 años en el trono. Par de años después inició la Junta Revolucionaria de Gobierno, interrumpida por la pesadilla de Marcos Pérez Jiménez para luego volver y dar efectiva marcha a la democracia. La conciencia histórica de Betancourt lo llevó a edificar grandes logros. Triunfos necesarios para una República montonera que clamaba alimento, trabajo y una decidida incorporación al mundo moderno.
Dentro de unos días se cumplirán 70 años de aquellas palabras que hoy tienen mucho simbolismo. El hambre a la venezolana volvió. Ya no por “avitaminosis”, sino por “acaparamiento” según los payasos que administran el circo. Al igual que antes, la causa verdadera es la falta de producción. Escasez es símil de ineptitud. Llevar las riendas de un pueblo cuyo corazón palpita más allá de estos linderos, fue tarea reprobada para el caudillo que saquea las arcas patrias.
Unicef reportó 458 mil niños en Venezuela en estado de desnutrición. 2,4 millones de toneladas de maíz fueron importadas en 2012, la tendencia para este año es muy superior. 55 mil hectáreas de café fueron compradas a Nicaragua, Guatemala, Costa Rica y Honduras, las mismas prometidas en el Plan Café de Hugo Chávez. En nuestro país, tenemos patria según el caudillo, pero de cada 10 productos del mercado interno sólo se consiguen dos.
La “inenarrable hambre venezolana” acumula 280% de inflación desde que le borraron los tres ceritos al bolívar para hacerlo más fuerte. El sector golpeado, pulverizado y estrangulado por la política del chavismo, es la comida del ciudadano común, de todos. En 7% subieron todos los precios en mayo de 2013. Años sin ver un golpe de semejante tamaño en el bolsillo del ciudadano.
Parafraseando a Galeano, autor citado por Chávez, bien pudiéramos decir que estamos “jodidos, rejodidos”. Somos nadie en el mercado global. Cada vez más aislados. Volvemos al escenario 70 años atrás planteado. Dependemos del petróleo, de lo que queda de él. Estamos bajo la tutela de una cuerda de roedores que muerden las sobras del presupuesto nacional. Para matizar, los dirigentes rancios de la corrupción oficial informan que la oposición democrática adquirió aviones de guerra a Estados Unidos para “agredir” a Venezuela. La reculada del control de alimentos como si el apetito zuliano fuera una feria electoral, fue del tamaño de la caída de Maduro en la aceptación nacional. Nadie recoge ese bodrio porque sería pérdida de tiempo.
De Betancourt aprendimos los jóvenes que hoy afianzamos en la crítica nacional nuestro mensaje de cambio, el carácter indestructible de seguir trabajando por una sociedad libre y de los venezolanos.

Ángel Arellano
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lunes, 3 de junio de 2013

¿Quién mató a la economía?



El jefe del “mientras tanto” salió a la calle con una nueva iniciativa por demás frustrada y disparatada. Al señor Maduro le encanta tener a la opinión pública criticando su falta de formación como gerente nacional. Es el mejor ejemplo de todo lo que no se debe hacer una vez se accede al poder.
            Nicolás informó que para resucitar la economía, se mantienen implementando nuevos planes que ayudarán a superar el desabastecimiento y la inflación. Si la economía debe resucitar como indica Maduro, es porque estaba muerta. ¿Quién la mató?, ¿cuándo murió?, ¿las economías mueren?
            En 14 años, la pujante sociedad venezolana ha reiterado que los esfuerzos gubernamentales por mantenerse en el poder, han estado sostenidos en la bonanza petrolera sin precedentes que llenó de dólares las arcas nacionales y que sirvió para comprar conciencias dentro y fuera del país.
            Instituciones completas se han convertido en destacadas mafias internacionales que nada tienen que envidiarle a los carteles colombianos y mexicanos. Las nuevas pandillas de cuello blanco en América Latina están abaladas por el chavismo. Visten de jueces, sindicalistas, intendentes, fiscales, ministros, policías, militares, dirigentes políticos, altos jerarcas de la gallina de los huevos de oro: Pdvsa. No en balde Transparencia Internacional nos posicionó el año pasado como la nación más corrupta de la región y pareciera que creciéramos en ese indicador para 2013.
            Las economías no son seres vivos: no lloran, no sufren, no sienten, tampoco se reproducen. Fenómenos negativos como Hugo Chávez han manejado la economía bajo el instinto de un depredador que elimina del Estado a la empresa privada para instaurar el régimen de conglomerados públicos disfuncionales e insolventes. Manejar la economía de un país bajo el impulso visceral de un caudillo nunca tuvo un ápice de racionalidad. He ahí el fallecimiento del que habla Maduro, no sólo murió Chávez el año pasado, con él se fue al foso el sistema económico que convalecía por tres lustros.
            Fue el chavismo el victimario. A sangre fría degollaron capitales, apuñalearon industrias y sepultaron la confianza de propios y extranjeros en la inversión. Murió desde el primer momento en el que se terminó el diálogo con las cámaras empresariales, cuando el control cambiario se convirtió en ABC del caudillo y este militar populacho se subió al trono del poder para suicidarse con él.
            Antepasados vieron como territorios en guerra recuperaron lo más importante en sus terruños: la confianza. Las economías no mueren. No se doblegan a decretos y caprichos presidenciales, se mueven al compás del mercado, respiran con él. Y hoy, estimado lector, el mercado se ha convertido en el todo. Incluso para los boliburgueses, más conocidos por sus escandalosos negocios corruptos, en estas y otras latitudes, que por sus aportes a la Patria.
            La ignorancia es atrevida, no respeta credos ni palestras. El chipote chillón golpeó una vez más la silla de Miraflores para dejar salir otro infeliz comentario. Paz a sus restos.
Ángel Arellano
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