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martes, 30 de abril de 2013

El Fascismo, falta de intelecto



           A mis camaradas oficialistas, les ayudo a lograr contexto para no caer en la atrevida ignorancia que no respeta credo, color, condición ni impronta:
            Tras la firma del Tratado de Versalles, en una Italia desmoralizada reinada por el inmenso sentido de la nostalgia y la insatisfacción, Benito Mussolini crea los Fasci Italiani di Combattimento (08/10/1919), movimiento que trascendería en el Partido Nacional Fascista y que lo llevaría al poder luego de desatar la violencia y el cólera racista.
            Sus inclinaciones socialistas, atizadas en la juventud, fueron reemplazadas por un profundo sentimiento de odio simpatizante de poderosos industriales y terratenientes que en primera instancia cargaron combustible económico al naciente grupo político.
            “Con 300.000 jóvenes armados totalmente, decididos a todo y casi místicamente listos a ejecutar cualquier orden que yo les diera, podía haber castigado a todos los que han difamado e intentado enfangar al fascismo. Podía hacer de esta aula sorda y gris un campamento de soldados: podía destruir con hierros el Parlamento y constituir un gobierno exclusivamente de fascistas. Podía: pero no lo he querido, al menos en este primer momento”, fueron sus palabras en la Cámara de Representantes de Italia el 16 de noviembre de 1922 cuando se inició como Presidente del Consejo de Ministros.
            De ahí en adelante, Europa y el mundo fueron espectadores del horror de una patología en la historia política contemporánea. El fascismo fue practicado y desarrollado bajo las siguientes premisas: creación de una élite capacitada y un líder carismático que movilizaba las masas, radical nacionalismo que justificaba la apropiación mediante la guerra de nuevos territorios, promoción del fanatismo y la intolerancia social, el Estado como controlador de cualquier instancia de la sociedad.
            Mussolini, quien compartió doctrina y fusil con otro gran abominable enfermo de la historia, Adolf Hitler, culminó sus días huyendo de la llamarada de descontento ocasionada tras el desacierto de ser verdugo de su propio pueblo. Luego fue fusilado y ajusticiado por comunes. Como si fuera noticia vigente, aún ruedan las fotografías de su cuerpo desfigurado, poco más humillante que el suicidio de Hitler.
            De ahí nace el fascismo, su semblanza y gloria. La cosecha de un ideario nacional malformado por personas que un mal momento de su patria, llegaron para hundirla en la miseria de la guerra y la segregación.
            Camarada oficialista, que insultas y declaras improperios a tus hermanos venezolanos, ¿es este cuento, en su versión Siglo XXI el que le quieres echar a tus nietos sobre la Patria de hoy? Si quizás no sabías que tras el término “fascismo” hay toda una historia horrible, que el Gobierno conoce a la perfección, pues aquí tienes algo ampliamente conocido, un extracto de historia reciente.
            ¿Acaso no es la posible disolución de la Asamblea Nacional, la prisión para dirigentes opositores, la promoción del odio y el amparo a la corrupción, impunidad y delincuencia los detonantes de una corriente fascista en el timón de este barco? Reflexiona, que no sea nuestra bandera la que esté en juego, sino la falta de intelecto de los enchufados.
            Como usted sabrá, apreciado lector, la educación es tarea de todos y este espacio, más allá de ser la expresión de una persona que piensa, interpreta y dice, persigue fines de educar a su público. El intelecto, como producto de nuestra formación, representa el capital más grande que tenemos como humanos, pero también como nación.
            Los países hoy en día pueden medir su nivel de desarrollo a través del número de patentes, marcas y fórmulas que crean para la reproducción de un bien o servicio en el mercado global. De ahí obtienen inmensa competitividad. Podemos aventurarnos a decir que Venezuela está siendo obligada a no correr en este ambiente internacional.
            Luego de la salida de nuestro país de la Comunidad Andina de Naciones, la propiedad intelectual se rige por una ley de 1955: tan obsoleto como el pensamiento retrógrado de quienes nos dirigen. Hace nueve años que el Gobierno Nacional no autoriza el registro de nuevas patentes en el país. Sólo en 2012 se introdujeron 1622 solicitudes al Servicio Autónomo de Propiedad Intelectual que no han ido a ningún lado.
            Universidades como Harvard, Oxford y Stanford, han consolidado referencia mundial a través de sus patentes como traducción del intelecto de sus estudiantes. En Venezuela no sólo se ha castrado su aprobación, sino que no hay ningún tipo de fomento en el área. Las universidades, que son un gran afluente de este recurso, están quebradas bajo la tutela de un presupuesto nacional ensimismado y que cumple órdenes rigurosas de una isla que queda a miles de kilómetros pero que nos domina vergonzosamente.
Un gobierno que no educa ni exporta el talento de su nación, es un grupo de cerdos que pelean por la mejor manzana en la granja de la dictadura.

Ángel Arellano
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martes, 23 de abril de 2013

La tiranía de los enchufados



         Tal como lo diría Leonardo Padrón en texto reciente, escribir se ha convertido en una tarea difícil. Opinar pierde vigencia muy rápido en Venezuela, pareciera que estuviéramos internos en un quirófano durante una interminable operación con un paciente convaleciente pero que se niega a morir.
            Las reflexiones, tal como las hemos venido haciendo a lo largo de las últimas semanas, persisten vigorosas bajo el espíritu del reclamo de los valores democráticos atropellados por un camión lleno de consumados burócratas.
            Sólo aquellos ocho fallecidos del día lunes 15 de abril fueron llorados y mencionados por el gobierno del “mientras tanto” Presidente Nicolás Maduro. El resto de los miles que perecen en las calles de la nación, mayoritariamente menores de 35 años de edad, no importan, no tienen un espacio de relevancia en la agenda política del conclave que nos gobierna.
            El no reconocimiento del otro ha llegado a limites detestables, ya no interesa la opinión internacional, importa el pensamiento que se asienta en el ideario patrio abuso tras abuso. La última más estridente, fue el retiro de las comisiones parlamentarias permanentes a los diputados a la Asamblea Nacional de la fracción opositora y su máximo derecho indiscutible: la voz y el voto.
            La persecución que ha emprendido la tiranía de los célebres “enchufados” contra todo aquel empleado público que haya votado por Henrique Capriles, suma cólera a una sociedad ya golpeada por la injusticia: no hay instituciones. El chavismo sin Chávez busca desesperadamente alguna explicación a la migración de un millón de votos de su capital político. Meten la lupa en todas partes menos en su nefasta y excluyente práctica de desgobernar.
            Teléfonos celulares, redes sociales, relaciones personales, amistades, parentesco familiar, todos estos aspectos son evaluados por el régimen del “mientras tanto” para botar a funcionarios de la patria sin importar la flagrante violación a su alabada Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras, y a los derechos humanos. El vocero más vehemente del delirio madurista, fue el ratificado ministro de vivienda, Ricardo Molina, con declaraciones que le dieron la vuelta al mundo.
Tendrán que expulsar de la nómina que pagamos todos los venezolanos con nuestros impuestos y riquezas minerales, a todo el mundo, puesto que el país necesita de su otra mitad les guste o no a los “enchufados”.
            A falta de comprensión y capacidad de asombro, interpretamos la descomposición del gobierno a través de sus nuevas actuaciones en la escena. La auditoría solicitada por la oposición al proceso electoral presidencial, aparte de traducirse en una inmensa victoria política, ha puesto en evidencia el desespero y nerviosismo de un grupo sobreexpuesto, débil, incapaz de echar a andar “las locuras” que antes frenaba el Comandante Supremo.
            Amigos oficialistas, el uso de la justicia contra jóvenes, dirigentes políticos y comunidades organizadas, tiene un negativo carácter retroactivo. El rechazo se incrementa en las filas chavistas porque nadie entiende, ni quiere entender, como este “entorno ineficiente” pretende resolver los grandes problemas nacionales con represión y burocracia.
            Antes de culminar es preciso recordar que las pugnas internas en el gobierno están a flor de piel. El ascenso de Nelson Merentes a la cartera de finanzas, el hacinamiento del profesor Giordani en su detestado rincón de planificación y el aumento de delegados, comisiones, directores y encargados, incrementa todos los riesgos que tiene el país con las tasas de inflación y niveles de inseguridad más altos de América Latina.


Ángel Arellano
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martes, 16 de abril de 2013

¡Que retumbe Venezuela!



Estas palabras huelen a sudor y calentura, son escritas en la madrugada luego de estar todo el día en el acompañamiento a ciudadanos que protestan por la auditoría de las elecciones presidenciales, que pregonó en un instante atómico el candidato del gobierno, y que antes de 24 horas se esfumaron en el viento como una mentira más.
La sociedad en su mayoría, luego de la batalla histórica vivida el domingo 14 de abril, sometida a miles de irregularidades entre las que destacan los atropellos de funcionarios del Plan República y violentos motorizados contratados por el oficialismo, salió a votar, a reclamar sus derechos. El resultado anunciado por el CNE, muy después del tiempo en el que Tibisay Lucena lo prometió, retumbó en toda la geografía nacional con un estrecho margen del 1%.
Un millón de votos chavistas no apoyaron la idea de que un burócrata como Nicolás Maduro asumiera la Presidencia de la República, para darle continuidad a un modelo político evidentemente agotado y que boquea con las muestras de desabastecimiento, inflación, inseguridad y carencia presupuestaria. Esta es la cifra que el CNE anunció al país. El mismo día ambos sectores solicitaron auditoría al proceso y en menos de lo que canta un gallo, Lucena informó el acto de proclamación de Maduro bajo un fuerte resguardo de las instituciones militares.
Más llantos y lamentos se han escuchado en las cercanías a Miraflores que en la acera de enfrente. Las nóminas, el amedrentamiento y las amenazas no valieron de nada para quienes ahora piden reflexión revolucionaria y desconocimiento a la otra mitad del país que no los apoyó.
El grito de fraude ha sonado en el mundo porque nadie puede comprender cómo con un margen tan pequeño de sufragios, y a solicitud de las partes, no se haya accedido a la revisión de los resultados: los números no dan y se quieren hacer los locos.
En detrimento del sentir democrático venezolano, el CNE ha actuado como un verdugo sin clemencia, malandro sin capucha. Lamentamos que una institución que llegó a funcionar tan bien, y que apostó a la modernidad de su sistema y funcionamiento, haya aterrizado tan forzosamente en el pateadero de los tiranos.
Hugo Chávez resultó electo el 7 de octubre con 8.191.132 votos y para ese entonces Henrique Capriles obtuvo 6.591.304. Ahora, bajo muchas presiones, en un proceso que estuvo repleto de irregularidades que sin duda empañaron las conclusiones, se presenta una avanzada de Capriles en casi más de un millón de votos y una disminución dramática del chavismo. Aún estas resultas no han sido verificadas, por tanto se tomarán como “mientras tanto”.
Al igual que se reiteró en meses anteriores, Maduro no es Chávez y la oposición no es la misma del diciembre pasado en el que la desmotivación atajó 20 gobernaciones para el bando rojo. Se plantearon las condiciones más adversas, tormentas de insultos y huracanes de atropellos, pero la voluntad del país se mantiene indeclinable en la calle marchando, protestando pacíficamente y revelando la podredumbre institucional de los revolucionarios que tiempo atrás pidieron un cambio y acabaron con la paz social, institucional y económica de la patria.
La juventud en primera fila defiende el legado de Bolívar. Heroicas todas aquellas actividades que se hacen en favor de la democracia. El 14 de abril de 2013 enseñó a los venezolanos una vez más a no dejarse amedrentar por el poder de unos pocos, revelarse contra el flagelo de la ignorancia que timonea sin saber a dónde lleva este barco insostenible en el mar de la inconformidad.
Invitaciones a activarse hay muchas, pero en esencia, se llama a las familias criollas a participar. Que nuestro espíritu sea el de hacer valer los derechos de ley y defender los valores por los que nuestra sociedad venció las dictaduras en tiempos de plebiscitos e injusticias. Que vibre Venezuela como vibran las almas de quienes estamos cansados de tanto abuso.

Ángel Arellano
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martes, 9 de abril de 2013

Nuestras ganas de votar




          Quise hacer un texto modesto pero emotivo, corto y especial, que encerrara en sus líneas los dictámenes que seguramente nuestra mente ha registrado de una vez, para que nos expresemos el próximo domingo en un momento electoral tan crucial.
            Luego de salir del último acto de campaña del candidato Henrique Capriles en Anzoátegui, ubiqué certeramente un ejemplo que me servirá para ilustrar el por qué el domingo debemos acudir a votar y movilizar sin miedo, y no quedarnos achinchorrados pegados al televisor.
            Pasadas las seis de la tarde del lunes 8 de abril, Capriles Radonski había culminado su reflexivo discurso sobre la Venezuela necesitada de cambio. Sus conocimientos sobre la realidad de Anzoátegui, proveniente de las múltiples giras y visitas realizadas meses atrás, captaron la atención de los oyentes quienes eufóricos aplaudieron cada frase.
            Los que viajaron desde rincones distintos a Barcelona (lugar del encuentro), como mi familia, hicieron “una vaca” entre docenas de personas para pagar un autobús amigo ya que el candidato del gobierno cancelaba el doble e inclusive el triple para que acudieran semi vacíos a su show de media noche. Desde Clarines partieron a la capital de la región en horas del mediodía.
            Al terminar las palabras del candidato del progreso, el padre que la vida me dio, un hombre corpulento de un metro y unos 70 centímetros, cayó completo en un hueco de iguales proporciones mientras buscaba el autobús para regresar al pueblo. En una vía bastante transitada como la avenida Fuerzas Armadas de Barcelona, sucedió la cosa. Se rompió el jean y la camisa como si hubiese peleado con un cunaguaro. Raspado, amoreteado y enchumbado en sangre lo llevaron al cercano ambulatorio Alí Romero.
            Ahí fue atendido por humildes profesionales de la medicina que comentaron no poder asistir al evento de Capriles por sentirse amenazados dentro de la institución. Pocos insumos había en el sitio. Una desagradable imagen de deterioro y falta de equipamiento, contrastaba con el espíritu de trabajo de quienes hacían lo mejor por coger los cinco puntos en la cabeza de Ysidoro tras la aparatosa caída.
            De ahí, la recomendación fue ir con un neurocirujano. El hospital Luís Razetti, al otro lado de la ciudad, estaba colapsado de emergencias y la vía trancada por la movilización del Maduro. Palabras luego, se tuvo que regresar a Clarines medio remendado para zanquear al otro día algún especialista que atendiera la cosa, puesto que a sus 53 años, no es juego de carritos meterse semejante trancazo.
            Para salir del Alí Romero fue un caos por las colas, la falta de semáforos adecuados y de funcionarios policiales y tránsito que colaboraran con la movilidad. A metros de ahí, robaron a dos muchachas que venían del acto caprilista y a un señor lo apuntaron para llevarle un carrito por puesto que era su sustento.
            Desde el Alí Romero hasta la salida de Barcelona para regresar a Clarines, mucho tiempo pasó la familia en el colapso vehicular bajo la oscuridad de la capital por falta de iluminación.
            Al llegar a Clarines, vecinos reportaron apagones en sus sectores, no había agua en la tubería de la casa, y pare usted de contar. Agreguemos que por algún error de cálculo no había mercado en la casa y se debía salir a buscar los alimentos temprano para la papa diaria. ¿Dónde conseguimos harina, aceite, carne, pollo, leche, azúcar? En fin, lo básico.
            El dolor de cabeza para Ysidoro no fue tanto por el golpe dentro del hueco, producto de una reparación inconclusa sin ningún tipo de señalización, sino que después debía parir el dinero para las medicinas y la ubicación de las mismas. Los remedios están tan caros y escasos, que sale mejor “tomar hierbas”.
            Ese es el país que tenemos hoy, es la Venezuela actual, en su peor presentación. Quiero votar por una nación que cambie, donde las obras públicas estén concluidas en su tiempo, se proteja y asista al ciudadano, haya hospitales con equipamiento e insumos de calidad, donde hacer mercado no sea cazar vampiros y el dinero nos rinda para cosas tan elementales como las medicinas. Nuestra República necesita mejoría y sólo nosotros podemos lograrlo, juntos y en paz. Es momento de cambiar, hagámoslo.



Ángel Arellano
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lunes, 1 de abril de 2013

La tarascada del poder




          En los previos a las elecciones presidenciales de 1998, Oscar Yanes sentó en la silla caliente a un personaje que no era candidato pero que se consideraba sumamente calificado para opinar sobre la realidad nacional.
            Varios militares de disputaban el ingreso a Miraflores pero sólo uno tenía posibilidades ciertas de mejorar en las encuestas y ganar en un hecho que rompería con los 40 años del puntofijismo.
            Fue una entrevista larga, que pormenorizó cada detalle de la vida del país. Marcos Pérez Jiménez, el hombre que según Yanes “partió la historia venezolana del siglo XX en dos”, se presentaba en pantalla desde La Moraleja, su residencia en Madrid, a 35 años de su auto exilio.
            En sus aclaratorias y comentarios sobre Venezuela, Pérez Jimenez a los 84 años, resaltó y reiteró su preocupación sobre la decadencia de la democracia por la partidocracia y la corrupción.
            A su parecer, el sectarismo de los partidos y la burocratización de sus estructuras, habían hecho un daño impresionante a la vida institucional del Estado, sirviendo para mantener a las militancias de las organizaciones políticas y no para nutrirlas con mayor cantidad de profesionales nacionales. Manifestó que los partidos en el momento en él que ejerció la presidencia (1953 - 1958), significaban una “rémora” para el sector público.
            Sobre la corrupción, otro factor que angustiaba al último dictador venezolano, dijo que el flagelo de la “picada”, esa mordida que le daba el político-funcionario público al dinero de la nación a través de comisiones en los servicios gratuitos que el Estado presta a los ciudadanos, asignaciones de obras y administración de servicios a amigos del partido, y pedimentos de coimas, tajados o peajes a quienes quisiesen beneficiarse de alguna manera del gobierno en sus diferentes niveles: el “tírame algo” y el “póngame donde haiga”.
Pérez Jiménez, trascendió que la “picada” había evolucionado en los ochos lustros de la democracia, en una “tarascada”. Se permitió acuñar ese término como muchos otros, para denominar la gigantesca y violenta mordida a los recursos públicos que habían a su criterio, empobrecido a la República.
Posterior a esa entrevista, llegó el suceso electoral. 1998 se convirtió en un año de estruendosas noticias, había aterrizado en el poder por los votos, el comandante Hugo Chávez, planteando una reforma del Estado y, entre otras cosas, una implacable lucha contra la corrupción de la cuarta república.
14 años después, Chávez fallece lamentablemente, y para tristeza de Venezuela, su tesoro y la sociedad en general, el bochorno de la corrupción no se redujo en un centímetro. Más bien se agravó, a tal punto que nos hemos convertido en el país más corrupto de Latinoamérica, posición que por supuesto no envidia nadie, más bien nos acorrala en críticas y opiniones mal sanas que no engloban el sentir nacional, sino el de una minoría que se está enriqueciendo a costillas de nuestras riquezas minerales y fiscales. Las primeras provienen del subsuelo patrio, y las segundas de nuestros bolsillos.
También, no se puede quedar por fuera la advertencia hecha de Pérez Jiménez con respecto a la partidocracia. 55 años luego de su salida de Miraflores, vivimos la burocratización política más grande de nuestra historia republicana. AD y Copei se quedaron en pañales con el PSUV, un partido “de izquierda” que no sólo metió a su gente en todos los cargos habidos y por haber, sino que gozan de la publicidad estatal, Pdvsa, institutos públicos, y pare usted de contar en cuanto a carteras repletas de petrodólares para financiar sus actividades proselitistas.
Así está Venezuela, sumida en las desgracias que relató el dictador que partió el siglo XX en dos, antes de ingresar al poder un colega militar. Es tiempo de Unidad, de superar a los partidos y de que la ciudadanía confluya en una opción que colabore en la depuración de las devastadoras hemorragias que sufre la administración nacional.
Tiempos de cambio y no de lamentos, tiempos de votar y vencer en democracia. Paz y libertad.


Ángel Arellano
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